Estrés térmico por calor o frío

Estrés térmico por calor o frío

El estrés térmico es un fenómeno que ocurre cuando el cuerpo no es, capaz de mantener su temperatura interna dentro de un rango seguro, debido a la exposición prolongada a condiciones extremas de calor o frío.

Este desajuste puede tener consecuencias graves para la salud, especialmente si no se toman las precauciones adecuadas. En lugares donde se experimentan tanto olas de calor intenso en verano como fríos extremos durante el invierno, es fundamental conocer cómo prevenir y manejar el estrés térmico.

¿Qué puede pasar?


El cuerpo humano necesita mantener una temperatura interna alrededor de los 37 °C para funcionar correctamente. Cuando las condiciones ambientales dificultan esta regulación, se produce lo que conocemos como estrés térmico. Este estado pone a prueba los mecanismos de defensa del cuerpo, como la sudoración para disipar el calor o los temblores para generar calor en situaciones de frío. Si estos mecanismos no son suficientes, pueden surgir problemas de salud que van desde el agotamiento hasta situaciones potencialmente mortales como el golpe de calor o la hipotermia.

¿Qué provoca el estrés térmico?


El estrés térmico puede estar causado por una combinación de factores
externos e internos:

Factores externos
Clima: las altas temperaturas en verano, especialmente durante
olas de calor, o las bajas temperaturas invernales, son causas
comunes.
Vestimenta: utilizar ropa inapropiada para el clima puede agravar
el estrés térmico. Abrigarse mucho en verano o no
suficientemente en invierno aumenta el riesgo.
Actividad física: realizar actividades físicas intensas en
condiciones extremas incrementa la producción de calor en el
cuerpo, lo que puede llevar a un colapso si no se toman medidas.

Factores internos
Edad: los niños pequeños y las personas mayores son más
vulnerables porque sus cuerpos no regulan la temperatura de
manera tan eficiente.
Estado de salud: condiciones preexistentes como enfermedades
cardíacas, respiratorias, o la deshidratación agravan el riesgo.
Adaptación al clima: las personas no acostumbradas a climas
extremos son más susceptibles al estrés térmico.

¿Cómo podemos complementar nuestras estrategias para combatir el estrés térmico?

Además de las medidas preventivas que hemos mencionado, cómo vestir adecuadamente y mantenerse hidratado, es fundamental cuidar nuestro bienestar emocional. El estrés crónico puede afectar nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios de temperatura y aumentar nuestra vulnerabilidad ante el estrés térmico.

 

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Mejora la calidad del sueño: Un sueño reparador es esencial para recuperarse del estrés térmico y fortalecer nuestro sistema inmunológico.
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